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El Describidor

Al filo del abismo en la selva peruana

Pobreza extrema, crimen y una contaminación desorbitante amenazan la vida de unas gentes que únicamente piensan en la supervivencia. Con los ojos cerrados, por el sonido del remo chocando contra la corriente y el suave murmullo del río, uno podría pensar que está paseando por los famosos canales de Venecia. Pero el barullo proveniente de las orillas, en español o quechua, obliga abrir los ojos y a ver la desoladora pobreza de una Calcuta instalada en el Amazonas. Se trata de Belén, que se ubica en el departamento de Loreto, uno de los más deprimidos de Perú.

Allá, en el mismísimo cauce del Amazonas, llegan comerciantes de vegetales, madera y carne cuyo destino final es Iquitos. Y hasta que los productos son vendidos o intercambiados por otros languidecen en Belén, a sólo 15 minutos en mototaxi del centro iquiteño.

´Es un círculo vicioso. Ellos llegan a vender sus cosas y, como no pueden regresar sin nada a cambio, se quedan hasta despacharlo todo. Muchos terminan haciendo su vida en los márgenes del río, donde se bañan, realizan sus necesidades y pescan si tienen hambre o para colocar los peces en el mercado. Y el dinero que sacan lo gastan en los bares´, explica con voz cansina el reportero local Guillermo Reaño.

A tres metros de altura

Al igual que los gondoleros italianos, los habitantes de Belén, literalmente, han consagrado sus vidas al agua. Belén está partida en dos por el río Itaya y en sus orillas, se alzan endebles construcciones de madera a tres metros del suelo, sostenidas por troncos —muchos de ellos son los desechos de las empresas madereras de la zona—.

Durante las crecidas, entre marzo y junio, se forman intrincados callejones unidos por cordones de agua. Y templos de color blanco y melocotón, supermercados flotantes y pequeñas escuelas contrastan con el panorama de las casuchas. En las cantinas, entretanto, hombres de rostro demacrado se derrumban por el pisco, el whisky o el ron pirata de malísima calidad. Cuando el dinero falta, éstos se reemplazan por alcohol de quemar.

Los funcionarios de la Alcaldía de Belén, que pese a ser creada en 1999 recién inició sus funciones el 2003, admiten que se carece de datos estadísticos adecuados para trabajar en su municipio, pero se calcula que la población infantil y juvenil es de 23.000 personas, de las que el 60 por ciento sufre anemia.

Pese a todo, los betlemitas se las arreglan. Es raro aquel que no sepa nadar y conducir las barcas de madera. Y no es fácil. Bien lo sabe uno de estos remeros expertos, Juan Guzmán, de 15 años. Mientras que otros muchachos de su edad acuden al colegio, él se gana la vida transportando visitantes, peruanos y extranjeros por cinco soles (15 bolivianos). En sus travesías, siempre atento al camino, se limita a ir por donde los clientes piden.

Contaminación alarmante

En los lugares donde las casas escasean, el constante zumbido de las sierras eléctricas es el sonido de fondo. Y es que varios aserraderos operan en el trazado del Itaya. La mayor parte de la madera luce un código que autoriza su explotación, pero también existe madera sin ningún código, un tanto oculta del resto.

Las plataformas de trabajo están cubiertas con una gruesa capa de aserrín, cuyo aroma cubre las emanaciones de las heces fecales, el orín y la basura de los desagües cercanos y de los propios aserraderos. Por eso, no es de extrañar que los niveles de contaminación del Itaya sean considerados peligrosos.

Los estudios hidrológicos realizados en sus aguas indican que éstas están perjudicadas en un 90 por ciento. Así, los vahos malolientes y los plásticos arrastrados sin control por la corriente están a la orden del día. Hasta existe un pez que ha mutado, bautizado por los originarios como badre, que al ser consumido lo menos que ocasiona es una dura infección intestinal.

´Mi hijita de 11 años tiene dolores de cabeza por el dengue. Antes, ya tuvo cólera´, lamenta Giovana Rengifo Núñez, quien desde 1994 sobrevive con su familia en Belén.

Mientras ella sufre en silencio, decenas de letreros dan cuenta con brillantes letras rojas del peligro de pescar en el Itaya. Sin embargo, es rara la persona —hombre, mujer o niño— que no tome un momento de su tiempo en lanzar anzuelos de fabricación casera con la sola esperanza de capturar algo de comida.

´Tengo que alimentar a mi familia. No tenemos nada más´, justifica Federico Pérez, que recién ha cumplido 45 años y parece que tiene 60. Y el mismo pescado insalubre que consume se comercializa en los mercados de Belén e Iquitos.

Así, el cólera, la difteria, las diarreas crónicas, la malaria y las infecciones intestinales, entre otras enfermedades, conviven con los habitantes de esta población peruana. Y son habituales las escenas de niños vomitando cerca del río.

Es más, sus lugares de juego suelen ser a menudo las grandes montañas de basura, donde con su piel sucia y sus poleras con agujeros dan rienda suelta a su imaginación.

Y es que el municipio de Belén carece de un sistema adecuado de aseo y depende de los gallinazos, las aves carroñeras, los perros, los gatos y las ratas para hacer desaparecer parte de sus desperdicios.

En este contexto, entre las casas flotantes se forman pequeñas lagunas de agua estancada que sirven como criadero para las más peligrosas especies de mosquitos. Por eso, la fiebre amarilla y el dengue, que muy pocas veces atacan a la gente de Lima, la capital peruana, torturan sin dar tregua a los pobladores del departamento de Loreto desde hace varias décadas.

Y aunque cada semestre el gobierno municipal organiza campañas de educación y salud para combatir las plagas, los mensajes no llegan ni al 30 por ciento de los que, se supone, son sus destinatarios.

Refugio de criminales

Por si fuera poco, los criminales que acechan el centro de Iquitos, asaltando tanto a los pobladores locales como a los turistas, utilizan como vía de escape los recovecos de Belén, su estructura laberíntica, en cuanto la policía los detecta.

Por esa razón, para los vecinos de la zona, es casi un suicidio ingresar a sus hogares cuando se esconden las últimas luces de la jornada, pues un simple par de zapatos nuevos es a veces la excusa perfecta para que los maleantes le asesinen a uno sin compasión alguna.

Y de día tampoco es que mejoren demasiado las cosas. Así, atentos a los turistas desprevenidos, ladrones de mano rápida arrasan con cámaras, celulares y demás pertenencias de los bolsos, estuches y mochilas.

El vicio, por otro lado, es también una gran lacra, y es habitual ver en las esquinas más oscuras a adultos y adolescentes, de aspecto descuidado, con los ojos vidriosos y faltos de comida, esperando por su siguiente víctima para financiar su adicción, ya sea al alcohol, la clefa o la droga.

Al respecto, las autoridades del municipio, aunque han establecido rígidas normas en cuanto al expendio de bebidas alcohólicas y el tráfico de estupefacientes, se sienten impotentes para hacerlas cumplir de manera real, firme y efectiva.

Además, los problemas de Belén con la criminalidad son ignorados por el resto de los peruanos. Incluso los habitantes de Iquitos prefieren no saber nada acerca de sus vecinos.

Con todo, los betlemitas parecieran estar renaciendo constantemente de sus cenizas, pues ni siquiera un voraz incendio pudo acabar durante la Noche Buena del 2004 con sus bucólicas vidas.

Por aquel entonces, el fuego devoró muchas de las frágiles construcciones de madera, que fueron el alimento ideal para avivar las llamas en una de las peores tragedias que se recuerdan en el departamento.

Pero, tras los efectos del siniestro, Belén se levantó de nuevo en un abrir y cerrar de ojos, como si nada hubiera pasado. Y hoy la gente continúa normalmente con sus rutinas.

Unos botan la basura al río, otros pescan en sus aguas sucias ignorando los avisos de precaución y las propagandas políticas anuncian un mejor futuro para Belén, pero ése es un porvenir que nunca llega.

La región de loreto

El departamento de Loreto se encuentra en la zona nororiental de Perú. Es el más extenso de la nación vecina, abarcando 368.851 kilómetros cuadrados. Forma parte de la cuenca amazónica, por lo que la totalidad del territorio está cubierto por inmensos bosques tropicales. Asimismo, se halla poblado por una gran cantidad de empresas aserraderas, y atravesado por caudalosos ríos como el Itaya y el Napo. Además de la producción de maderas preciosas, Loreto concentra el 60 por ciento de la explotación petrolera de Perú.

Una de sus poblaciones más importantes es Iquitos, que atrae a los turistas por sus hermosos paisajes, sus construcciones de época y por ser lugar de filmación de la famosa película Fritz Caraldo.

J. Soruco, El Tiempo de Bogotá

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