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El Describidor

La contaminación avanza sin freno en el lago sagrado

Los residuos no son el único problema. La introducción de especies foráneas está acabando con los peces nativos y la totora, planta que identifica a la famosa superficie lacustre, está en malas condiciones.

La cantidad de berro acuático y lenteja de agua hace inútil al remo, obligando a Filomeno Choque a utilizar una pértiga de dos metros para moverse en las empantanadas aguas del lago menor del Titicaca, con menos profundidad que el resto del embalse y donde se demuestra que los problemas relacionados con los residuos se han generalizado en la inmensa superficie lacustre.

En este punto, a dos horas y media de la ciudad de La Paz, el color verde es un indicador de la mala salud de la cuenca, afectada por la contaminación proveniente de El Alto, Viacha y otras poblaciones en las orillas de las aguas. La poca profundidad del lugar, además, permite que los desechos aceleren el proceso de destrucción de la zona lacustre y alteren la cadena alimenticia.

El problema de la comida

Uno de los fenómenos más perjudiciales es el ocasionado por los desechos orgánicos —aguas servidas, heces fecales de animales y humanos, vegetación muerta, animales muertos, restos de los mataderos y comida—, pues éstos llevan a que se produzca la deutrofización, que implica un aumento de nutrientes ricos en hidrógeno. Es decir, lo que provoca esto es que la cantidad de alimento del lago menor sea mayor al que las especies nativas, vegetales y animales, pueden procesar.

“Entonces, el sistema comienza a colapsar, interrumpiendo toda la cadena alimenticia, eliminando la producción de oxígeno por medio de la fotosíntesis y empantanando las orillas del lago”, comenta el biólogo Francisco Fontúrbel, quien ha realizado ya varios estudios, principalmente en las zonas de Cohana, la más afectada, Huatajata, Achacachi, Tiquina y Copacabana.

Desde El Alto, los elementos contaminantes llegan a través del río Pallina, tras ser parcialmente procesados por la planta de purificación de Puchucollo. Lamentablemente, ésta no puede realizar su trabajo de forma eficiente al estar diseñada para atender sólo las necesidades de una población de 300.000 habitantes. Y es que en los últimos años, la población de El Alto ha alcanzado ya el millón de personas.

Por otro lado, a lo largo de los afluentes del Pallina funcionan mataderos clandestinos familiares. ´Como son establecimientos precarios, carecen de un sistema de alcantarillado y sanidad efectivo. Por eso, los restos del carneo terminan en el desagüe natural de los ríos”. Esto, según Fontúrbel, aumenta las posibilidades de infección del ganado que pasta en el Titicaca, ya que los animales no pasan por un control de calidad.

“Antes, todo estaba mejor. Ahora, siempre huele mal. Las totoras están podridas y los animales se enferman. Y nosotros no podemos alimentarlos de pescado, ya que no hay ni un ispi cerca de acá´, lamenta Carlos Morales, vecino de Cohana.

Por si fuera poco, la basura plástica que cubre parte las orillas es una muestra de que las comunidades también son parte del problema.

Afecciones para la salud

Lo peligroso es que los principales afectados por el mal estado de salubridad del lago son sus habitantes.

En este sentido, estudios de la Unidad de Limnología de la UMSA y una serie de consultoras demuestran que el agua consumida por los pobladores de Achacachi, Huatajata, Tiquina y Copacabana contiene altas concentraciones de bacterias típicas de las heces fecales de los mismos seres humanos.

Incluso, en los espacios situados tras los restaurantes las aguas se hallan encharcadas y las moscas y los gusanos son abundantes.

Por su parte, especies foráneas como el berro y la lenteja acuática prosperan de manera alarmante, cubriendo la superficie del lago con un manto verde putrefacto que impide que el resto de las plantas pueda realizar la fotosíntesis.

Por todo esto, las turbias aguas rara vez dejan ver lo que hay bajo de la superficie, y cuando se puede atisbar algo uno se da cuenta de que no existen peces de ninguna clase.

Residuos inorgánicos

Pero más preocupante todavía es el aumento del sedimento en el fondo del lago y la presencia de químicos y de metales pesados como consecuencia de la pujante actividad empresarial alteña, las fábricas de Viacha, las barcas del estrecho de Tiquina y la intensa actividad hotelera de Copacabana.

Al igual que en un plato de sopa, la contaminación comienza en las orillas y se va extendiendo al centro, mientras que la ganadería bobina y la basura plástica y metálica ganaron ya terreno al lago. Según datos proporcionados por el investigador Francisco Fontúrbel y el Instituto de Limnología, los cinco metros de terreno embarrado que ahora se ven en las orillas fueron hace 10 años parte del fondo del lago. Sin ir más lejos, María Quispe, vecina de Cohana, recuerda que las olas lamían antes los cimientos de su casa, que actualmente se encuentran a siete metros del límite.

Especies introducidas

Otro de los quebraderos de cabeza para los habitantes del lago es el de la progresiva introducción de especies foráneas, que compiten con las nativas. La competencia por la comida es voraz y, paradójicamente, son los nuevos animales, como la trucha y el pejerrey, los que tienen mayores posibilidades de sobrevivir.

El pejerrey, por ejemplo, es sumamente adaptable y un feroz depredador, y las colonias de este pez suelen dominar los ecosistemas donde son introducidos. Algo similar ocurre con las truchas. Además, su carne es más cotizada que la de las especiales locales, y en los criaderos se alimenta a la trucha y al pejerrey con los peces nacionales del mismo Titicaca, como el ispi.

La consecuencia es que especies como el Telmatobius culeos o rana del lago ya no existen en ciertas zonas como Huatajata y Achacachi.

En este contexto, únicamente algunas aves como el pato de pico azul son capaces de subsistir sin demasiados agobios. En este caso, la clave radica en su potente estómago, que es capaz de digerir los gusanos y los caracoles infectados que habitan en los totorales sin sufrir daños. Una suerte, pues hasta la ganadería corre serio riesgo al ingerir los alimentos contaminados próximos a la planta más tradicional del lago.

Un junco en peligro

Y es que la totora es el vegetal del lago por excelencia. No por nada, desde hace siglos los pobladores de la ribera emplean sus tallos para construir viviendas, embarcaciones y como fuente de alimento.

´Antes, los totorales eran frescos y jugosos. Ahora tienen grasa que vienen de los desagües´, asegura Filomeno Choque con gran tristeza.

Esta situación, sin embargo, no detiene a los dueños de ganado, que administran la planta como forraje para vacas y burros, que quedan infectados con parásitos como la faciola hepática, que puede atacar a los seres humanos. Según los científicos del Instituto de Limnología, el parásito mencionado amenaza el hígado de los vertebrados, cavando galerías en el vital órgano.

´Por otro lado —dice el biólogo Rubén Marín—, el caótico panorama se completa con la presencia de las bacterias y los contaminantes provenientes de las industrias´.

Posibles soluciones

Con todo, también hay algunos aspectos positivos que se pueden rescatar, sobre todo desde que Cohana advirtió acerca de los altos niveles de contaminación del lago.

Desde ese momento, diversas organizaciones, tanto públicas como privadas, hacen estudios para determinar posibles soluciones. Y las propuestas van desde planes de educación hasta millonarios proyectos para tratamiento de aguas.

En este sentido, la Prefectura del departamento de La Paz está desarrollando un complejo programa que incluiría la construcción de plantas de purificación en los distintos afluentes del mítico lago. Asimismo, está prevista la ampliación de la planta de Puchucollo y el dragado de aguas de bahía Cohana. En este último punto, los vecinos, a cambio de ocho proyectos regionales subvencionados por la Prefectura, ya están trabajando en la limpieza manual de la lenteja de la superficie. Aunque eso más que una solución real es un paliativo.

´El problema con nuestros planes es que como el lago está entre Perú y Bolivia es internacional, por lo que el trabajo debe efectuarse entre el Ejecutivo nacional y el país vecino´, sostiene Alejandro Zapata, secretario de la Prefectura encargado de monitorear el Titicaca.

Por su parte, Wálter Valda, viceministro de Cuencas, asegura que el Gobierno boliviano está tomando las medidas necesarias para controlar el asunto, tomando en cuenta la participación de diversos sectores de la sociedad, especialmente los pobladores de las riberas del lago. ´Todo trabajo que hagamos en el Titicaca debe contar con la participación de los originarios de la región, pues ellos son quienes mejor conocen el lugar´.

Y los científicos también lo tienen claro. Para ellos, lo esencial es una labor integral. Así lo apunta al menos Francisco Fontúrbel. ´Si no se hacen bien las cosas, sería como tratar una infección limpiando sólo el pus. Hay que dragar el lago, tratar las aguas, repoblar las especies piscícolas y procurar un buen manejo del territorio, pues, caso contrario, miles de personas quedarán en la calle sin medio de ingreso y desaparecerá una de las cuencas más importantes de la región´.

Jorge Soruco

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